domingo, 22 de agosto de 2010

Algunas recomendaciones castellanas

Tras un breve recorrido por Castilla y León, aquí van algunas consideraciones sobre restaurantes en los que he comido durante estos días y que merecen comentario.

Casa Florencio, en Aranda de Duero
c/ Isilla, 14
Aranda de Duero (Burgos)
Tel. 34 947-50.02.30
Ya había estado en varias ocasiones en Aranda de Duero, comiendo en buenos restaurantes de la ciudad. Y esta vez creo que he encontrado el definitivo. Quizá no sea el mejor de todos ellos; por supuesto, no es el más sofisticado, ni el que más variedad de platos ofrece, pero por primera vez tuve la sensación de disfrutar completamente con la comida y aún puedo recordar el sabor intenso y a la vez aguado del lechazo al horno que nos sirvieron. De hecho, es la especialidad de la casa, el plato típico y el que más cocinan. Tienen un menú de 30 euros de lo más completo, que incluye los inexcusables entrantes (morcilla de arroz, chorizo cocido, pimiento asado...) y un cuarto de lechazo asado al horno con agua, acompañado de una ensalada, además de postres, vino de la casa y agua. El vino de la casa no es malo, pero los precios de las otras marcas no están exageradamente inflados y tienen una buena carta, de modo que, si se quiere hacer un extra en ese sentido, tampoco se disparará tanto el presupuesto. Es una cocina sencilla, en la que lo que manda es la materia prima. Y ésta, en Casa Florencio, es excelente. El trato es muy amable, y el local, de estilo rústico, acompaña bien la comida. A la entrada del restaurante hay un pequeño espacio de venta de productos de la zona (sin ser exageradamente turístico), como el lechazo, las morcillas, el chorizo, una amplia gama de vinos de Ribera de Duero e incluso el típico pan redondo y chato que se sirve con este tipo de menú.

Los Caprichos de Meneses, en Zamora
Plaza San Miguel, 3

49015 Zamora
Tel. 34 980-53.01.43
Este ha sido un descubrimiento curioso. Bueno, como la misma Zamora, que no conocía y me sorprendió por la belleza de su centro y del núcleo histórico. Los Caprichos de Meneses está en el centro del centro de Zamora y, aunque es también restaurante, nosotros sólo probamos las tapas que se comen en la barra y en las pequeñas mesas adyacentes. Visto lo visto, la verdad es que me quedé con las ganas de probar la comida, digamos, "seria", aunque las tapas que nos sirvieron no son ninguna broma. A pesar de algunas elaboraciones que me parecieron demasiado sofisticadas para lo que era el resultado final, el conjunto es muy recomendable. Desde luego, se trata de tapas de autor, cocinadas con buena materia prima e imaginación, presentadas con esmero y servidas con mucha amabilidad. Incluso en las copas de vino se aprecia la mano de alguien a quien le gusta ofrecer calidad. El blinis de foie, el milhoja de bacalao, el mejillón en suspensión, las tostas con mouse de boletos o de queso y, sobre todo, con solomillo, y cualquiera de las raciones, desde el jamón ibérico al pulpo, son algunos de los pequeños y exquisitos platos que pueden degustarse en este local tan recomendable como la ciudad que lo aloja. Y todo ello, con copa de vino o cerveza incluida, por poco más de 20 euros por persona si se trata de un número de tapas suficiente como para una buena cena.

El Pecado, en Salamanca
Plaza Poeta Iglesias, 12
37001 Salamanca
Tel. 34 923-26.65.58
El restaurante El Pecado de Salamanca llama la atención por su nombre, por la decoración que se intuye desde el exterior –moderna, original y con gusto– y que se confirma en el interior, y por dos fotografías expuestas en la entrada, que documentan la visita de dos ilustres personajes, Ferran Adrià y Pedro Almodóvar, aunque de hace ya bastantes años.
Pues no hay que dejarse engañar por nada de eso. La realidad, a la hora de comer allí, es diferente a lo que parecen prometer los nombres de sus platos. Es una cocina pretendidamente de autor que, además, por desgracia, se ha quedado anclada en los antiguos experimentos con lo dulce y lo salado. El farinato de Salamanca, por ejemplo, es un embutido muy especial, que puede no gustar en absoluto como me pasó a mí, pero que, desde luego, regado con miel, tal como me lo sirvieron en El Pecado, no parece el mejor modo de apreciarlo. Una perdiz de dos cocciones dura, seca y sin ninguna personalidad, y una lasaña de torta del Casar con un jamón casi incomible, son otros de los platos que nos sirvieron un par de camareros (un chico y una chica) que no parecían tener ni idea de lo que hacían. Claro que esto último (y quizá todo) podría deberse a la fecha, agosto, y a una mala elección de los sustitutos de los titulares. Pero más de 50 euros por persona por una comida como esa es demasiado como para arriesgarse a intentarlo de nuevo en horario no vacacional.

domingo, 4 de abril de 2010

Can Jubany, ¿sobrevalorado?

Can Jubany
Ctra. de Sant Hilari, s/n
08506 Calldetenes
Tel. 34 93-889.10.23

Se ha puesto de moda. Can Jubany se ha puesto muy de moda. No sé si es por la proyección mediática de su responsable, el cocinero Nandu Jubany, cuya simpatía le ha permitido ser protagonista con éxito en secciones especializadas de Catalunya Ràdio y de TV3, por la estrella Michelin que ostenta (ahora parece que las estrellas son lo más), o sencillamente porque los "modernos" de Barcelona han puesto sus ojos en él. El caso es que es uno de esos restaurantes de los que casi todos hablan y que aparece día sí día también en las conversaciones sobre gastronomía.

Qué le voy a hacer. No soy inmune a tanta propaganda, de modo que hace unos días decidimos ir a comer allí.

El local es agradable y bastante bonito: una antigua masía cerca de Vic, ahora aprisionada por un nudo de carreteras, aunque en su momento debió de tener un entorno muy campestre y tranquilo. Del interior sólo puedo hablar del comedor que aún está habilitado para fumadores: mesas –pocas– bien distribuidas, en una sala luminosa y cercana a la cocina, bastante acogedora y con una decoración nada estridente, salvo un mueble blanco en el centro que desentonaba con todo.

El servicio es atento y, afortunadamente, no sigue las pautas de los nuevos restaurantes barceloneses con una estrella Michelin e ínfulas de muchas más. Todo el mundo hace de todo y no te dan lecciones de nada. La sumiller no te aconseja si no te ve con ganas de que lo haga, y recoge los platos vacíos de las mesas, igual como lo hace la persona que te toma nota. El mismo Nandu Jubany entra en el comedor y sirve a los comensales si es necesario. El trato es cordial y nada afectado, lo que, por lo menos, te permite comer con comodidad.

La carta es lo bastante extensa como para encontrar platos apetecibles. Hay un menú de temporada y, cuando nosotros fuimos, ofrecía también el inevitable menú de trufa que parece obligado en todo restaurante que se precie cuando es tiempo de este hongo. Nosotros nos decidimos por la carta, y el resultado fue bastante decepcionante, a excepción de uno de los primeros, canalones de pollo "de siempre", que estaban muy buenos, de gusto suave y con una bechamel finísima. El resto no parecía estar en consonancia ni con la fama que precedía al restaurante, ni con la calidad que se le supone a una estrella Michelin ni, desde luego, con el precio del producto. El arroz con espardenyes, muy fuerte de gusto, aunque, eso sí, muy en su punto, igual que las espardenyes. El pulpo a la brasa nos sorprendió un montón: ¡estaba duro! Y eso sí que no tiene arreglo; si nadie en la cocina es capaz de detectar una cosa así y retirar el plato de la carta, es que hay alguna fase del control culinario que se escapa. Después, un lomo de ciervo sin demasiada personalidad y muy hecho, también un poco fuerte de gusto. Y, para acabar, unos buñuelos rellenos de crema catalana, pero tan líquida e insípida que más parecía crema inglesa.

Alguno podría pensar que nos pasó lo típico: no aciertas con lo que has pedido pero sabes que otro día, con otros platos, puedes pasarlo mejor. Pero no va por ahí. La sensación era más bien que la cocina fallaba, y lo hacía tanto que ya ni siquiera era una cuestión de precio, ni de expectativas. Es que no apetece volverlo a intentar.

¿Una segunda oportunidad? No creo.

martes, 5 de enero de 2010

Peixerot, buen pescado, buen arroz

Peixerot
Passeig Marítim, 56
08000 Vilanova i la Geltrú
Tel. 34 93-815.06.25

Aunque exiten dos Peixerot, uno situado en Vilanova i la Geltrú, el original, y otro en Barcelona, y puedo suponer que el tipo de comida es el mismo en ambos restaurantes, el de Barcelona no lo conozco, de modo que voy a hablar sólo del de Vilanova.

Es un restaurante antiguo, con casi 100 años de vida, y presume, porque puede, de poner en la mesa de sus clientes los mejores productos de la lonja de Vilanova. A lo largo del tiempo ha experimentado varias remodelaciones, como cuando abrió un nuevo comedor en el primer piso del local, pero lo que no ha modificado en todos los años que hace que lo frecuento es la calidad de sus platos.

Como excelente restaurante marinero que es, el Peixerot cuida especialmente el marisco, el pescado y los arroces que sirve a sus comensales, basados en una materia prima de gran calidad: el pulpo (presentado a la gallega y también con una mayonesa de mostaza muy sabrosa), las croquetas de pescado, el arroz caldoso, la paella, las albóndigas con bogavante, el suquet, la bullabesa y, por supuesto, las gambas, la langosta (para aquellos a los que les guste), las tallarinas, las cañaíllas... Todo un surtido de productos del mar, cocinados de manera exquisita y servidos con amabilidad y eficiencia.

El local, situado frente al puerto deportivo, es agradable y acogedor, sobre todo el comedor de la planta baja, en cuyas paredes varios cuadros rememoran el ambiente y los baños de mar de principios del siglo XX y te hacen pensar en la vida que, en aquella época, llevaban los privilegiados que podían veranear en localidades marineras como Vilanova y Sitges.

El precio es muy variable, como sucede normalmente en los restaurantes de este tipo, ya que depende del marisco que se quiera comer. Pero unos entrantes tipo croquetas, o pulpo, o cañaíllas, y un arroz a la marinera, con vino, postres y café, suele salir por unos 50 euros por persona. De todos modos, el Peixerot se ha adaptado a los tiempos que corren y ofrece algunos menús a muy buen precio que permiten disfrutar de su cocina sin un gasto excesivo, como el llamado Club Paella, con el que, por 25 euros, se puede degustar el tradicional xató y una paella, e incluye el postre, café y bebida.

Un lugar excelente, pues, al que acudir para comer buen pescado y buen arroz, y que permite, después, dar un agradable paseo por la larga playa de Vilanova (siempre que no sea en los meses de verano, claro). Conviene reservar mesa, pues los fines de semana, incluso en pleno invierno, suele estar bastante concurrido.