domingo, 4 de abril de 2010

Can Jubany, ¿sobrevalorado?

Can Jubany
Ctra. de Sant Hilari, s/n
08506 Calldetenes
Tel. 34 93-889.10.23

Se ha puesto de moda. Can Jubany se ha puesto muy de moda. No sé si es por la proyección mediática de su responsable, el cocinero Nandu Jubany, cuya simpatía le ha permitido ser protagonista con éxito en secciones especializadas de Catalunya Ràdio y de TV3, por la estrella Michelin que ostenta (ahora parece que las estrellas son lo más), o sencillamente porque los "modernos" de Barcelona han puesto sus ojos en él. El caso es que es uno de esos restaurantes de los que casi todos hablan y que aparece día sí día también en las conversaciones sobre gastronomía.

Qué le voy a hacer. No soy inmune a tanta propaganda, de modo que hace unos días decidimos ir a comer allí.

El local es agradable y bastante bonito: una antigua masía cerca de Vic, ahora aprisionada por un nudo de carreteras, aunque en su momento debió de tener un entorno muy campestre y tranquilo. Del interior sólo puedo hablar del comedor que aún está habilitado para fumadores: mesas –pocas– bien distribuidas, en una sala luminosa y cercana a la cocina, bastante acogedora y con una decoración nada estridente, salvo un mueble blanco en el centro que desentonaba con todo.

El servicio es atento y, afortunadamente, no sigue las pautas de los nuevos restaurantes barceloneses con una estrella Michelin e ínfulas de muchas más. Todo el mundo hace de todo y no te dan lecciones de nada. La sumiller no te aconseja si no te ve con ganas de que lo haga, y recoge los platos vacíos de las mesas, igual como lo hace la persona que te toma nota. El mismo Nandu Jubany entra en el comedor y sirve a los comensales si es necesario. El trato es cordial y nada afectado, lo que, por lo menos, te permite comer con comodidad.

La carta es lo bastante extensa como para encontrar platos apetecibles. Hay un menú de temporada y, cuando nosotros fuimos, ofrecía también el inevitable menú de trufa que parece obligado en todo restaurante que se precie cuando es tiempo de este hongo. Nosotros nos decidimos por la carta, y el resultado fue bastante decepcionante, a excepción de uno de los primeros, canalones de pollo "de siempre", que estaban muy buenos, de gusto suave y con una bechamel finísima. El resto no parecía estar en consonancia ni con la fama que precedía al restaurante, ni con la calidad que se le supone a una estrella Michelin ni, desde luego, con el precio del producto. El arroz con espardenyes, muy fuerte de gusto, aunque, eso sí, muy en su punto, igual que las espardenyes. El pulpo a la brasa nos sorprendió un montón: ¡estaba duro! Y eso sí que no tiene arreglo; si nadie en la cocina es capaz de detectar una cosa así y retirar el plato de la carta, es que hay alguna fase del control culinario que se escapa. Después, un lomo de ciervo sin demasiada personalidad y muy hecho, también un poco fuerte de gusto. Y, para acabar, unos buñuelos rellenos de crema catalana, pero tan líquida e insípida que más parecía crema inglesa.

Alguno podría pensar que nos pasó lo típico: no aciertas con lo que has pedido pero sabes que otro día, con otros platos, puedes pasarlo mejor. Pero no va por ahí. La sensación era más bien que la cocina fallaba, y lo hacía tanto que ya ni siquiera era una cuestión de precio, ni de expectativas. Es que no apetece volverlo a intentar.

¿Una segunda oportunidad? No creo.