lunes, 23 de noviembre de 2009

Tornassol, cenas tranquilas en Gràcia

Tornassol
c/ Torrent de les flors, 53
08024 Barcelona
Tel. 34 93-213.10.18

A diferencia de la mayoría de los restaurantes de los que hablo aquí, a los que suelo ir a comer los fines de semana, el Tornassol es un local del barrio de Gràcia al que sólo he ido a cenar. Mis impresiones son, pues, de tipo nocturno. El recuerdo es diferente, y uno no suele buscar lo mismo en una cena que en una comida.

El Tornassol ocupa el espacio de una antigua bodega, y algo de ella ha conservado: columnas, techos altos y espacios amplios. Tiene dos comedores, uno al fondo, para no fumadores y donde a menudo se ofrecen actuaciones de música en directo; y otro al inicio, junto a una barra de bar, con permiso para fumar y, desde luego, más silencioso. Es fácil imaginar qué espacio prefiero, pero no se trata sólo del tabaco. El espacio para fumadores es tranquilo, ideal para una cena lenta y conversada. Además, el local acompaña a la confidencia, con sus paredes oscuras y su ambiente acogedor.

Hace un par de años no era un restaurante barato (tampoco de los más caros), pero supongo que los tiempos de crisis han hecho mella en la clientela, y el Tornassol ha intentado adaptarse a ellos bajando precios y simplificando algo los platos. Sin embargo, esto no significa que se coma peor. Aunque más sencilla, su carta, que nunca ha sido muy larga pero sí suficiente, continúa ofreciendo buenos productos, cocinados con esmero, y mantiene una calidad que destaca entre la mayoría de restaurantes de la zona. Las croquetas, el sashimi de atún, el tempura de verduras... son algunos de los platos que recuerdo con gusto, aunque hay más, desde luego, capaces de completar una buena cena.

Con un precio entre los 25 y los 35 euros por persona (el vino influye, claro), el Tornassol es una buena opción para cenar con algunos amigos o en pareja, sobre todo si se quiere disfrutar de una velada tranquila y sin sobresaltos gastronómicos. Y eso es más de lo que se puede decir de muchos otros restaurantes del barrio.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Le Quattro Stagioni, alta cocina italiana

Le Quattro Stagioni
c/ Doctor Roux, 37
08017 Barcelona
Tel. 34 93-205.22.79

Creo que descubrí este restaurante, hace años, en una comida de empresa; una situación peligrosa para la memoria gastronómica. Pero la empresa era (es) pequeña, y todos los que estábamos sentados a la mesa nos considerábamos amigos. El ambiente relajado permitió que saboreáramos con tranquilidad y buen humor los platos que nos fueron presentando, y gracias a ello guardé un buen recuerdo del lugar. Desde entonces he regresado en varias ocasiones y nunca me ha decepcionado.

Le Quattro Stagioni está en una de las zonas más pijas de uno de los barrios más pijos de Barcelona, Sarrià. Ocupa una pequeña torre, y ha conservado ese aire íntimo y luminoso de lo que un día debieron de ser salones, salas y habitaciones. También tiene un jardincito, ideal para cenar en verano. Es el lugar perfecto para una cena romántica, aunque yo casi siempre he ido allí para comer en fin de semana.

A pesar de su nombre, las pizzas no son las protagonistas de Le Quattro Stagioni. Pero hace honor a su denominación gracias a los cambios estacionales de la carta, en la que los productos de temporada típicos de Catalunya se combinan con recetas de alta cocina italiana de gran creatividad. El resultado son un buen puñado de platos exquisitos que varían de una estación a otra sin solución de continuidad.

Esa variedad hace casi imposible destacar una especialidad u otra. Ensaladas, pastas, risottos, carpaccios, carne e incluso pescado, todo está elaborado con productos de primera calidad y con un amor por la cocina que se transmite al plato del comensal. La carta es generosa y hace que planees volver pronto para probar lo que en esa ocasión te has perdido. Ahora, en otoño, es una magnífica oportunidad para ir a comer allí, ya que muchos de los platos que ofrecen incluyen setas en su elaboración, y resultan riquísimos.

La carta de vinos es muy correcta, pero los postres suelen estar algo descompensados, no porque no sean buenos, que lo son, sino por la reiteración de sus ingredientes. Por ejemplo, la última vez que fuimos a comer allí, la mitad de ellos estaban elaborados con chocolate, y la otra mitad, con fruta. El café, por supuesto, es excelente, y tienen una gran variedad de grappas para los que les guste acabar la comida con un buen digestivo.

El servicio es atento y muy profesional, hay zona de fumadores y conviene reservar mesa con antelación. El precio por persona ronda los 50 euros. Sí, es de esos restaurantes que mis hermanas consideran prohibitivos, pero vale la pena.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Furacu, un pedazo de Asturias en Barcelona

Sidrería el Furacu
c/ Girona, 52
08009 Barcelona
Tel. 34 93-265.17.83

Dicen algunos asturianos afincados en Barcelona que El Furacu es el mejor restaurante de su tierra en la capital catalana. No lo sé, pero sí puedo asegurar que se come muy bien y que el ambiente es relajado e incluso divertido.

El Furacu es un restaurante pequeño, que casi siempre está lleno a rebosar (conviene, pues, pedir mesa con antelación). No presume de decoración ni de comodidades, pero sí de platos típicos asturianos cocinados con buen tino, y de un ambiente familiar en el que los dueños hacen partícipes a los comensales de su buen humor y amabilidad. El padre, un señor mayor, sirve la sidra en la barra con una maestría sorprendente para los no iniciados, y, mientras lo hace, puede arrancase a cantar con buena voz ante toda la concurrencia. Sí, es un poco ruidoso, pero divertido. Obviamente, no es buen lugar para una cena romántica, pero sí para una excelente comida. Las mesas son algo estrechas, pero como no utilizan platos modernos de diámetro imposible, todo cabe en ellas sin demasiada dificultad.

¡Y todavía se puede fumar! Integristas de la "vida sana", absteneros. En el Furaco no sólo encontraréis humo (cada vez menos, eso es verdad), sino también un catálogo de platos contundentes y deliciosos, de esos que destrozan cualquier dieta. Aunque se pueden comer unos espárragos de primero y una merluza a la sidra de segundo (excelente, por cierto), sería un pecado marcharse de allí sin probar el chorizo a la sidra, los pimientos con gambas al ajillo, las fabes con almejas o con rabo, la fideuá con almejas, el rape rebozado... Platos, casi todos, para comer con cuchara y mojar el pan tierno y de miga densa que ofrecen cortado en rebanadas. También cocinan bien el bacalao, aunque como a mí no me gusta, no lo he probado. Y para el que quiera comer con sidra, disponen de unos artilugios que se colocan en las botellas y la escancian casi como se haría a mano.

La carta de postres también dispone de especialidades asturianas, además de buen queso de la zona. El precio por persona ronda los 30 euros, aunque puede ser más en función del vino que se pida. Para los que lo encuentren caro, que piensen que, si se trata de una comida, la generosidad de las raciones puden ahorrarle a uno la cena.