domingo, 1 de noviembre de 2009

El Furacu, un pedazo de Asturias en Barcelona

Sidrería el Furacu
c/ Girona, 52
08009 Barcelona
Tel. 34 93-265.17.83

Dicen algunos asturianos afincados en Barcelona que El Furacu es el mejor restaurante de su tierra en la capital catalana. No lo sé, pero sí puedo asegurar que se come muy bien y que el ambiente es relajado e incluso divertido.

El Furacu es un restaurante pequeño, que casi siempre está lleno a rebosar (conviene, pues, pedir mesa con antelación). No presume de decoración ni de comodidades, pero sí de platos típicos asturianos cocinados con buen tino, y de un ambiente familiar en el que los dueños hacen partícipes a los comensales de su buen humor y amabilidad. El padre, un señor mayor, sirve la sidra en la barra con una maestría sorprendente para los no iniciados, y, mientras lo hace, puede arrancase a cantar con buena voz ante toda la concurrencia. Sí, es un poco ruidoso, pero divertido. Obviamente, no es buen lugar para una cena romántica, pero sí para una excelente comida. Las mesas son algo estrechas, pero como no utilizan platos modernos de diámetro imposible, todo cabe en ellas sin demasiada dificultad.

¡Y todavía se puede fumar! Integristas de la "vida sana", absteneros. En el Furaco no sólo encontraréis humo (cada vez menos, eso es verdad), sino también un catálogo de platos contundentes y deliciosos, de esos que destrozan cualquier dieta. Aunque se pueden comer unos espárragos de primero y una merluza a la sidra de segundo (excelente, por cierto), sería un pecado marcharse de allí sin probar el chorizo a la sidra, los pimientos con gambas al ajillo, las fabes con almejas o con rabo, la fideuá con almejas, el rape rebozado... Platos, casi todos, para comer con cuchara y mojar el pan tierno y de miga densa que ofrecen cortado en rebanadas. También cocinan bien el bacalao, aunque como a mí no me gusta, no lo he probado. Y para el que quiera comer con sidra, disponen de unos artilugios que se colocan en las botellas y la escancian casi como se haría a mano.

La carta de postres también dispone de especialidades asturianas, además de buen queso de la zona. El precio por persona ronda los 30 euros, aunque puede ser más en función del vino que se pida. Para los que lo encuentren caro, que piensen que, si se trata de una comida, la generosidad de las raciones puden ahorrarle a uno la cena.

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